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(cOsAsDiveRTIdAs:205316) La decadencia de la Universidad argentina

 

La decadencia de la Universidad argentina
http://www.losanteojosdeltata.com.ar/noticias_detalle.php?id=1220&titulo=la+decadencia+de+la+universidad+argentina 
por Enrico Udenio
 
En este siglo XXI, los objetivos esenciales de la Universidad son el desarrollo, la investigación, transmisión y crítica de la ciencia, la técnica y la cultura; la preparación para el ejercicio de las actividades profesionales que exijan la aplicación de esos conocimientos, en especial el de las matemáticas y las ciencias exactas; el apoyo científico y técnico al desarrollo cultural, social y económico de la nación.

La semana pasada se conocieron los resultados recogidos por la Times Higher Education, que toma en cuenta las calificaciones aportadas por 17.554 académicos líderes, procedentes de 149 países. Según ellos, las universidades de Estados Unidos y el Reino Unido siguen siendo las casas de altos estudios con mejor reputación del mundo; las de los países asiáticos ganan terreno rápidamente y las de América latina, con la excepción de Brasil, cuya Universidad de San Pablo se ubicó en el puesto 68, no ingresaron en la lista.

La Times Higher Education también realiza un ranking anual sobre las mejores 400 universidades del mundo con parámetros institucionales: lo hace según indicadores de desempeño muy rígidos, como la cantidad de estudios publicados, capacitación del cuerpo docente e inversiones en investigación. En este ranking la Universidad de San Pablo figura en el puesto 178; la Universidad Estatal de Campinas (Brasil), en el puesto 276, y la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el 351.

La Universidad de Buenos Aires tampoco ingresó en la lista de las 400 mejores, en consonancia con el desprestigio que arrastra desde hace 30 años. Gran parte de los académicos señalan al combo “gratuita e irrestricta en el ingreso” como la principal causa de su decadencia.

GRATUITA E IRRESTRICTA

“Los grandes espíritus siempre han encontrado violenta oposición de los mediocres. Estos últimos no pueden entender cuando un hombre no sucumbe compulsivamente a prejuicios heredados sino que, honestamente y con coraje, usa su inteligencia.”
- Albert Einstein (1879-1955). Científico considerado como el más importante del siglo XX.

En 1985, durante el gobierno de Alfonsín y quizás como reacción a los años de opresión vividos durante la dictadura militar, se creó el CBC y se eliminaron las pruebas de evaluación académicas para los estudiantes que intentaban incorporarse a las universidades (los denominados exámenes de ingreso). Nació así el discurso de la universidad gratuita e irrestricta, posición que se fortaleció a partir de la actividad política de los centros de estudiantes.

Irrestricta significa que se rechaza toda forma de discriminación académica, salvo la obligatoriedad del título secundario.

Internacionalmente, existen dos modelos tradicionales de ingreso a la universidad:
1) A través de una prueba de evaluación académica.
2) Sin evaluación adicional salvo el del título de bachiller pero sujeto a cupos fijos de cantidad de ingresantes. Muchas estatales de las naciones desarrolladas y la mayoría de las privadas tienen esta modalidad.

Argentina es, prácticamente, el único país del mundo que no se ajusta a ninguno de estos dos modelos tradicionales. Su universidad más importante, la Universidad de Buenos Aires (UBA), tiene el curso anual denominado CBC, en el cual se trata de nivelar la deficiencia educativa con que vienen los estudiantes del secundario. En los hechos, el CBC funciona como un primer año universitario con ingreso irrestricto. No es selectivo y tiene seis materias que se va aprobando sin obligación de tiempos ni cupos limitativos. El alumno del CBC le reporta a la sociedad los mismos gastos que cualquier otro estudiante avanzado, pues ya ingresó a la Universidad y su permanencia en ella no depende de la aprobación o no de una evaluación o cupo. En cambio, en las universidades con sistema de ingreso a través de un examen, el aspirante intenta ingresar a las formas de estudio universitario. No pertenece a la Universidad hasta que logre aprobarlo.

Una de las obvias consecuencias de este sistema fue que, desde 1983, las universidades nacionales casi cuadriplicaron su caudal de alumnos.

LA ARGENTINA DE LA LIBERTAD IRRESTRICTA

"La educación ha logrado que las personas aprendan a leer, pero es incapaz de señalar, lo que vale la pena leer".
- George Lowthian Trevelyan (1906-1996), historiador inglés, pionero en educación y fundador del movimiento New Age.

Una dificultad para el análisis de este tema en nuestro país, se debe a que se asocia gratuidad con equidad, asociación que hoy ya muchos cuestionan. Siempre se pensó que garantizar educación superior gratis a la población permitiría alcanzar una mayor equidad social, pero lamentablemente y de acuerdo a la abundante información con que se cuenta, las mejores universidades latinoamericanas se han transformado en universidades gratuitas donde una parte muy significativa de sus alumnos provienen de las clases medias altas hacia arriba y provienen en su mayoría de colegios secundarios privados. En la Argentina, esta situación se agudiza ya que como el ingreso, además de gratuito, es no selectivo, uno tiende a confundirse y a suponer que eso la torna más <democrática> o más equitativa, pero finalmente, éste sistema termina siendo un mecanismo perfecto para generar inequidad, además de elevar notablemente los gastos universitarios.

De todos modos, aún estamos lejos de este debate, pues todavía vivimos la época de la <libertad irrestricta> en la cual, cualquier mecanismo de evaluación selectiva para  estudiar una carrera en la Universidad de Buenos Aires, implica un fuerte rechazo por parte de muchos docentes, estudiantes y políticos. Los argumentos para ello varían de acuerdo a la posición ideológica del que lo declama. Los sectores peronistas hacen hincapié en que con ello se discriminaría al pueblo trabajador que está en inferioridad de condiciones académicas para aprobar evaluaciones selectivas de ingreso. A su vez, la izquierda universitaria tiene un discurso en el cual asegura que las propuestas de exámenes de ingreso y arancelamiento en la Universidad son impulsadas, en nombre de la eficiencia y la calidad educativa, por una burguesía financiera expropiadora y neoconservadora financiada por los organismos internacionales (como es el caso del Banco Mundial, la CEPAL y hasta la misma UNESCO) que “encuentran en la universidad pública y masiva un obstáculo para sus objetivos de la elitización de la sociedad”.

Todas estas historias tienen una correlación con un tema cultural que en otras naciones produce cierta perplejidad: la liviandad con que en la Argentina se evalúa el origen del dinero estatal.

EL GASTO EDUCATIVO UNIVERSITARIO

“La palabra conocimiento, estrictamente empleada, implica tres cosas: verdad, demostración y convicción.”
- Richard Whately (1787-1863) Arzobispo irlandés y economista.

La importancia que la Argentina le da a la educación superior se puede medir, al igual que la enseñanza básica, a través del presupuesto. En la actualidad, éste se encuentra entre los más altos del mundo en relación a su PBI.

La educación superior argentina tiene una alta proporción de alumnos matriculados con relación a algunos países desarrollados y emergentes. Uno de cada tres jóvenes de 18 a 24 años está matriculado en la universidad argentina. Pero este dato que aparenta ser muy positivo para nuestro país, se convierte en negativo porque esta alta matriculación es acompañada por una muy alta tasa de deserción que pasa el 50% en el primer año y por una extremadamente baja tasa de graduación, de alrededor del 13% en las Universidades estatales cuando en Australia es de 69%, en EEUU el 66%, y España, 77%.

Existe una distribución irregular de recursos, humanos y financieros, por lo que las diferencias entre las universidades nacionales en el gasto por alumno y en la relación docente por alumno, son muy grandes. Si nos guiamos por los promedios, cuando evaluamos los montos de gastos con relación a los porcentajes de sus respectivos PBI nacionales, el de Argentina se ubica por encima de los países desarrollados. Al final del siglo XX esta situación llegó a niveles casi absurdos cuando comparamos los costos por egresado, pues el promedio de las universidades nacionales argentinas (u$s 45.270) era escandalosamente superior a los u$s 12.200 de Francia, u$s 19.000 de España, u$s 26.800 de Alemania y u$s 33.400 de Canadá (Datos estadísticos OECD, UNESCO, 2001).

PONGAMOS UN ROSTRO

"Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación".
- Albert Einstein (1879-1955).

Defender la conjunción de la Universidad gratuita más el ingreso irrestricto significa pagar muchísimo más dinero por nuestros alumnos universitarios que lo que pagan las naciones más ricas y desarrolladas. ¿La población conoce esta situación? ¿Sabe lo que implica mantener esta política? ¿Tiene conocimiento que el ochenta y cinco por ciento de los estudiantes no se gradúa? ¿O que tardar el doble del tiempo para finalizar una carrera significa que el pueblo terminará pagando el doble por esa enseñanza?

Intentemos imaginar una situación.

Imaginemos que usted, lector, en vez de pagar sus impuestos “al bulto”, se lo identifiquen de esta manera: un día se acerca a su casa un funcionario de la AFIP y le dice que de ahí en más, usted pagará una parte de sus impuestos costeando la educación universitaria de Juan Gómez. Usted no lo conoce. Simplemente este Juan está iniciando una carrera en la Facultad de Derecho de la UBA por el que usted deberá hacerse cargo de todos los gastos que esta carrera demande. Como el costo promedio del alumno universitario es de mil setecientos dólares anuales, usted todos los meses deposita ciento cuarenta dólares en una cuenta bancaria a nombre de la Universidad de Buenos Aires.

Pasan tres años y usted se interesa por conocer cómo va “su alumno” en sus estudios.

Cuando averigua, le dicen que recién está terminando el CBC y el año que viene cursará por fin, el primer año.

No le cae bien la noticia, porque usted hasta ese momento no pagó un año de estudio, sino tres años, pero se resigna y espera que ahora “su Juan” ande mejor.

Al cabo de otros dos años, usted vuelve a interesarse y le informan que, lamentablemente, “su alumno” abandonó los estudios, y que ahora está solventando a otro estudiante llamado Julián Pérez. Transcurren otros cuatro años y al querer interesarse por los estudios de Julián, averigua que recién está cursando el segundo año de la carrera. A pesar de la lentitud que demuestra Julián en sus estudios, usted sigue costeando su facultad hasta que se entera de que “su alumno” ya no es más Julián Pérez, sino Pedro López.

Así durante años se repite la historia una y otra vez, hasta que, por fin, “un alumno subvencionado por usted” logra graduarse. Se llama Rogelio Fernández y terminó arquitectura. Como han pasado veintisiete años desde que comenzó a pagar esos ciento cuarenta dólares por mes, saca la cuenta de que terminó dándole a la Universidad de Buenos Aires la suma de aproximadamente cuarenta y cinco mil dólares (es el costo argentino por profesional graduado) para que el país tenga a ese profesional universitario.

A pesar de la gran cantidad de dinero y tiempo que le implicó, usted está igualmente orgulloso por lo realizado y decide conocerlo. Al hacerlo, se entera de dos cosas: primero, la familia de este recién graduado es mucho más pudiente económicamente que usted, y segundo, como la situación laboral en el país no está bien porque hay muchos más arquitectos que los que el país necesita, Rogelio decidió emigrar a Estados Unidos para trabajar allí.

A razón de ciento cuarenta dólares por mes usted debía pagarle a la Universidad nueve mil dólares para que forme un profesional en cinco años. Lo hizo en veintisiete y le sacó cuarenta y cinco mil dólares, pero no se enoje… porque Estados Unidos se lo agradece.

LA LÍNEA DIVISORIA ENTRE UNA INVERSIÓN O UN GASTO

“Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio.”
- Albert Einstein (1879-1955).

Siendo uno de los que pagan impuestos para financiar a los egresados universitarios más caros del mundo, no me resigno a aceptar el mito de que “tenemos una de las mejores universidades del mundo”, cuando las estadísticas, las señales académicas y el panorama social me está indicando que en mi realidad, aunque ésta sea solo “una de las realidades posibles”, tenemos una de las universidades más ineficientes del mundo. A su vez, cualquier reclamo para mejorar administrativa y académicamente esta situación es rechazado despectivamente por la mayoría de los sectores corporativos con calificativos, las más de ellos, infantiles (“neo-conservador, neo-liberal”, “reaccionario”, “representante de las dictaduras capitalistas y el poder financiero”, etc.), por lo que, denunciar la anarquía actual de la universidad estatal, es exponerse a un inexplicable maltrato.

Aranceles, gratuidad, becas, subsidios directos o indirectos, ingresos relacionados a la absorción laboral de cada profesión o desvinculados el uno del otro, objetivos esenciales solamente académicos o ampliados a lo político y a lo social, multiplicidad ideológica o no, son sólo algunos de los más importantes puntos de un debate que la sociedad en su conjunto debería afrontar. Verdaderamente no tengo idea sobre cuáles podrían llegar a ser los resultados de este debate, lo que sí puedo casi asegurar, que éste no se dará si esperamos que surja de la misma universidad. El pueblo deberá obligar a los actores directamente involucrados y beneficiados por el subsidio (funcionarios, docentes y estudiantes), a bajar de sus pedestales imaginarios para dialogar y escuchar sobre qué Universidad aspira tener esa misma población que, en definitiva, es la que los subvenciona.

En educación, la eficacia o ineficacia en la administración de los recursos humanos y económicos, marcan la línea divisoria que existe entre una inversión o un gasto.




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