* A quien madruga, Dios le ayuda.
Creo que es uno de los refranes más conocidos del español, y verdaderamente constituye un antídoto frente a la pereza. Cuando suena el despertador, en vez de pensar en el día entero con sus posibles problemas, que nos abruma como una losa..., pensemos más bien: tengo por delante un día para hacer cosas buenas y bien hechas, para ser útil a alguien o a varias personas, para mostrar una sonrisa en vez de un mal gesto; tengo la oportunidad de superar la marca de ayer, pues fallé en esto o aquello. Tengo un tiempo precioso para ser amable, para disfrutar de mil detalles bonitos de la vida. Echad la imaginación a andar, y se os olvidará que es muy temprano, que está nublado, que el dinero anda escaso, que hay gente antipática con quienes tendréis que tratar. Dad gracias a la vida, que os brinda el día de hoy. Todo puede irnos mejor si en vez de poner un mohín de disgusto abrimos la mañana con una sonrisa.
(Comentarios realizados por Fernando Rodríguez-Izquierdo Gavala. Universidad de Sevilla)
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