(cOsAsDiveRTIdAs:227142) ESCUCHAR...

 
Escuchar es una de las gemas más raras de todas las que existen

Muy poca gente escucha. Y de los que escuchan, muy pocos realmente escuchan, o sea, pocos escuchan no solo palabras sino las metáforas, el tono de voz, los sentimientos percibidos por el movimiento de la mano.

Hay tanto para escuchar y cualquier pieza que percibimos en ese arte tan preciado es la que termina de formar el rompecabezas de una situación, a veces de una vida.

Muchas personas no han sido nunca escuchadas, retroalimentadas con la atención de lo que nos están trasmitiendo.

Lo necesitan.

Por lo tanto, mas que tratar de ser conversadores brillantes, muchas veces es de gran valor ser brillantes oyentes.

Mi abuela Sisi era una oyente brillante.

Yo no  puedo comentarles sobre cosas brillantes que ella haya dicho, pero en el pueblo, todos la amaban y se acercaban a su casa a "conversar" con ella, sabiendo que poco escucharían pero  serían amorosamente escuchados, taza de té por medio.

Esa fue una hermosa tarea que tuvo hasta el final.

Según lo que de ella he heredado, puedo decir que hay muy pocas cosas que me guste hacer más que escuchar.

Es uno de los mejores regalos que una persona puede dar a otra.

Y tiene más poder de curar que cualquier cosa que conocemos en la Tercera Dimensión.

Tal vez lo patente como método curativo, gratuito claro, pues si tuviéramos que pagar para que nos escucharan, habríamos sobrepasado los límites de la pérdida total de escrúpulos y amor.

No hay nada más satisfactorio que  ver la luz encenderse en la cara de alguien a quien se ha escuchado de verdad.

Así es al menos para mí.