* A cuchillo que no corta, ponerle el dedo.
¿Quién se atrevería a probar un cuchillo aparentemente embotado en su propio dedo? ¿Y si en realidad corta? Calibrar los riesgos y actuar en consecuencia parece siempre el proceder más sensato, con preferencia a cualquier tipo de bravuconería.
(Comentarios realizados por Fernando Rodríguez-Izquierdo Gavala. Universidad de Sevilla)
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